jueves, 15 de enero de 2015

Se me da mejor hablar de drama

Cuántas cosas nos pasan por no tener el valor de hablar claro en su momento. Cuántas puertas se cierran en nuestra cara por el miedo a sentir. Cuántas veces dijimos te necesito después de colgar el teléfono.

Cómo cuesta cerrar la puerta con candado y tirar la llave. Cómo cuesta no mirar atrás cuando gustó, cuando dolió. Cómo cuesta decir adiós y saber que cae con todo el peso de su definición, que es literal, que se acabó, que no te volveré a tocar, que esta es nuestra última mirada.

Se me da mejor hablar de drama que de las horas que pasé en tu cama. No sé hablar de los besos que te di pero sí de los que no me diste. Estaba dispuesto a tocar el cielo con los dedos y me cortaste las alas en pleno despegue y la hostia contra el suelo fue de las que duelen. De las que queman. De las que dejan huella. De las que nunca olvidas.

Doctor, mis heridas no se curan con paracetamol y mucha agua. Tampoco se curan con labios cualquiera, con piernas de hola y adiós. Mis heridas no se curan. Mis heridas me acompañan, son una parte más de mi imperfecto ser. Con ellas se convive. Se duerme. Y las hijas de puta aparecen siempre cuando bajo la guardia, cuando la realidad atenta sin piedad contra mi felicidad.

Temperaturas bajo cero en pleno verano. El suelo ardiendo en pleno invierno. El shock que supone una decepción cuando llega sin avisar. Por ello, ya no creo en nada ni en nadie.

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