domingo, 18 de enero de 2015

Gracias a ella

Sigo viendo el paso del tiempo
y los siete pecados capitales en cada arruga de la frente de mi abuela.
De pequeña la observaba desde que los rayos de luz me llamaban,
hasta que la noche me acurrucaba en sus cantos de nana con el remoleo de las hojas de los árboles por el viento.
Gracias a ella,
he aprendido a ver más allá.

Hace poco,
la muerte me rozó los dedos intentando agarrarme la mano.
Pero falló.
Y gracias a ello me he dado cuenta
de que no quiero perder más tiempo de mi vida,
ya que en cualquier momento,
en un segundo,
puedo desaparecer sin haber hecho lo que realmente quise desde que observaba a mi abuela:
encontrarme a mí misma y ser capaz de mostrárselo todo a alguien.
Alguien que no diga que quiere quedarse
y que lo haga sin más.

Observando me he dado cuenta de que hay personas que son caricia.
Y eso es lo que siento,
que eres caricia que sin quererlo,
intenta que después de ocho años vuelva a hacer mi propia revolución.

Que pena que no te haya conocido antes,
ya que siento que tú eres imán y yo metal,
y a ver quién coño tiene cojones de intentar separar tanta atracción.

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