domingo, 15 de mayo de 2016

Maniobras de escapismo

Te marchas de unos brazos que te han dejado helado hasta el último de tus huesos y te repites a ti misma que es la última vez que acudes en busca de calor a unos labios que solo saben hablar de inviernos.

Y lo vuelves a hacer, te refugias en el primer cuerpo que te promete empezar un viaje hacia cualquier lugar lejano a tus recuerdos, preparas la maleta con tus mejores excusas y alguna botella de buen vino, por si mañana otra vez necesitas beber para olvidar, o beber por beber, que a este paso casi se convierte en costumbre. 

Y te marchas.

Le pides que arranque, que deje atrás todo lo que ha aprendido de otras mujeres, que te cuente cuántas noches piensa dedicarle únicamente a tu espalda, que se llene la boca de sonrisas, que evite que se le escape alguna que otra mentira, que te bese...

Y cuando te quieres dar cuenta...

¡Para! Pisa el freno, clávalo, que me están viniendo las ganas de dejarlo todo por ti y como vuelvas a decir te quiero no vas a poder poner en punto muerto un corazón que hace años que acumula multas por exceso de dolor.

Para, que me bajo aquí, que si seguimos el camino nuestros planes de futuro empiezan hoy, y tú, a juzgar por lo que dices, no querrás permanecer al lado de esta loca cuando se te pase el efecto de las copas de esta noche.

Si quieres nos divertimos, nos entendemos, nos acostamos, pero te advierto vida, que puedo salir corriendo en dirección contraria al amor en cuanto note que te estoy queriendo.

Que antes de que me dejes, ya me habré marchado yo.

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