viernes, 8 de julio de 2016

Miedo

Del latín metus, 'temor'.
Supongo que conocerás el miedo, a estas alturas ya habrás podido ver cómo trato de esconderlo entre los labios cuando hablamos, cómo a ratos se me escapa en las palabras que no digo y cómo las que digo se tambalean con la inseguridad que sólo un niño tiene a lo desconocido. 
Y ojalá fuese eso. Quiero decir, ojalá el miedo fuese para mi un desconocido que de tanto en tanto aparece en algún libro en los que a veces prefiero vivir.

Joder, lo he vuelto a decir.
Me tienen tan acostumbrada a sobrevivir agarrada de los 'ojalá' que no recuerdo cuando fue la última vez que caminé de la mano de la realidad.
La realidad. 
Nunca me sujeta ni me acompaña. Me interrumpe, me zarandea, me sorprende, me golpea y me apuñala por la espalda. La realidad, su realidad o mi realidad, que no la nuestra. 
Porque entre él y yo ya no hay espacios ni huecos posibles para los posesivos, para el plural ni para los cientos de reproches que se atreverá a escupir hasta que olvide todo lo que fuimos.
Entre él y yo sólo queda eso, un fuimos, ni somos, ni seremos, porque ya no nos conjugamos, porque ya no nos escribimos, porque ya no...
Y lo reconozco, hoy es otra de esas veces que finjo que no le escribo a él, pero entre las cinco letras de la palabra miedo puedo leer todas sus mentiras. 
¿Cómo voy a hablar del miedo sin meterle de por medio?
Pero hablabamos de nosotros, ahora sí. 
De ti y de mí.

Supongo que tú también conocerás el miedo, te habrán llenado la boca de mentiras, te habrán mirado a los ojos y te habrán hecho promesas de falso amor, de usar y tirar, de todo a cien, del que jamás te pienso dar y del que espero no volver a recibir.
Lo habrás oído, lo habrás visto e incluso lo habras tocado.
A estas alturas me atrevería a decir que hasta lo habrás besado de nuevo.
Has tenido al miedo, lo has abrazado y lo has deshecho entre tus dedos.
Le has sacado los puñales de la espalda y has besado las marcas del desastre.
Has dormido con él. 
Has dormido conmigo.
Y creo que durante unas horas he olvidado qué es el miedo.
He olvidado que soy yo.

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