martes, 16 de diciembre de 2014

Tu parte buena

Me he dado cuenta
de que no hay un rincón de mi cuerpo
que no se muera por conocer el sentido de tu respiración

El por qué suspiras
cuando llueve,
cuando suena esa canción;
cuando vuelve ese recuerdo,
o cuando te marchas y se te olvida no mirar atrás. 
El por qué sonríes por los ojos
y me miras con esa boca.

Nadie sabe escribirlo como tú para hacérmelo bailar
sin levantar las manos de la poesía
que es tu cama cuando me dices
que me espera con los brazos abiertos.

Eso de pensar antes de hablar no existe contigo,
no me da miedo sonarte a locura,
que ya sé que tú sabes cantarla mejor que yo.

Encontrar tu parte buena
está siendo como buscarle el lado caliente al sol.

No sé si me explico.

Con tanto ruido,
entre el humo y casi sin venas,
llegaste para recordarme
que nuestras manos sí que se comprenden
mucho antes de rozarse.

Me miraste, y me susurraste
que si la vida me hace un guiño a lo francotirador
tenía que enseñarle que no hay tiro que dispare más fuerte que una sonrisa que se niega a apagarse.

Me miraste, y te grité
que no se trata de poder, se trata de saber que puedes.
 Tan diferentes con esa exactitud...
cuando pensaba que ya no quería volver a verme en los ojos de nadie,
vienes y se te ocurre verte en mí.

Y a mí se me pasa por la cabeza eso de verme contigo.

Yo qué sé,
pero me dices que estás llegando
y a mí se me olvida el sitio en el que me están esperando.
Me descolocas los planes y a tomar por culo las previsiones.

Esta noche va a llover,
y no traigas paraguas,
que no vamos a salir de la cama.

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