Dejemos las cosas claras.
Te quiero
los trescientos sesenta y cinco días del año.
Y me encantan los bisiestos,
porque me dejan un día más
con tus caricias,
con tus miradas,
con tu olor.
Contigo.
Cómo nos reímos
cuando vemos esas parejas destruidas,
llenas de celos y mentiras,
abrazadas los catorces de febrero,
como si fueran los más felices sobre la faz de la tierra.
Odiamos los regalos hoy,
porque tenerte ya es un regalo en sí mismo.
La vida te trajo con un vestido rojo
y unos labios a juego
(aunque luego fuera yo el que los llevara).
Nunca he sido de ramos de flores.
Y ya sabes por qué.
Me parece estúpido hacerlo
porque no pueden superar
tu belleza,
tu dulzura,
tu elegancia.
Comeremos las sobras de la noche anterior,
nos fundiremos como si no hubiera un mañana,
te miraré como si fuera mi última visión.
Con todo mi amor, para ti _____________.
(y aún sigo buscando un nombre a quien dedicar esto).
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