jueves, 1 de diciembre de 2016

¿Sabes esa sensación?

¿Sabes esa sensación de angustia que te recorre todo el cuerpo cuando pasan los días, los meses, los años, y te das cuenta de que por más personas que llegan a tu vida, ninguna es la correcta?

Casi veintidós años buscando alguien que rompa absolutamente todos los muelles del colchón, que destroce los peros, que destruya las dudas, que incendie todo sinónimo de miedo, todo atisbo de rendición, y sobre todo, que me arregle, que el único desorden de nuestras vidas sea nuestra ropa por el suelo cada vez que necesite tenerle dentro, muy dentro...

Alguien que me llene porque sí, que me rebose, que me desborde, porque joder, yo ya estoy totalmente completa, pero desde que le conocí parece que la definición de felicidad no tiene nada que ver con la que me explicaron hasta ahora.

Alguien que me haga perder la cabeza, que me devuelva la estabilidad, que me regale cada día una media sonrisa y me de más de sesenta motivos por minuto para ser un poco mejor, para ser un poco más buena, para ser un sobresaliente en un mundo hecho para mediocres, que nosotros estamos por encima.

Estamos en la cumbre, en la cúspide, en el vértice donde se unen todos nuestros anhelos.

Quiero alguien que no pida, ni busque, ni quiera, ni necesite más que tenerme lo más lejos a su lado.

Alguien idóneo, apto, capaz, eficaz y experto en hacerme olvidar los cuatrocientos veintidós kilómetros, catorce centímetros, cinco años y esas malditas cuatro horas y media que hay de por medio entre las ganas que le tengo y los besos que le debo.

¿Sabes esa sensación...?

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