jueves, 5 de noviembre de 2015

Vacío

Ahogando las penas en alcohol,
y yo quisiera ahogarlas en tus piernas.
Besando labios de hola y adiós,
y yo quisiera saludar a los tuyos cada día.

El semáforo en ámbar. Juégatela.
Pero eres un cobarde.
Echa el freno, saca tus miedos.
El pánico al fracaso, a perderte,
a estrellarme en el cruce de nuestras vidas.

¿Cuántas aventuras nos perdimos por miedo a nosotros mismos?
La peor sensación en la vida es arrepentirse de no haber hecho algo.

Hostia, estoy vacío.
Lléname.
Me importa una mierda de qué,
pero siento la necesidad de tenerte,
de que me cuentes la misma historia en bucle,
de acariciar tu pelo, de que el tiempo se escape.

El espejo se ríe.
¿De qué te sirven -me dice-,
tantas horas frente a mí?
El desastre va por dentro.

Bien sabe el hijo de puta
que una sonrisa no refleja la felicidad
y que las lágrimas no siempre son de tristeza.

La procesión recorre las venas,
los problemas no te dejan ni dormir.
Cuando solo quieres llorar,
cuando nada parece merecer la pena.

La cabeza agachada, el grifo abierto.
Los ojos cerrados, fotogramas pasando.
Lo siento, estoy un poco tenso.

Es uno de esos días en los que nadas a contracorriente,
en los que conduces en dirección contraria,
en los que quedarse en la cama era la mejor opción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario