miércoles, 6 de abril de 2016

Veintitrés mil formas de elegirme tu mujer

Y no sé por qué fue pero tampoco lo olvido.
Que un día mi vida se chocó de golpe con tu suerte
y mi desorden se hizo trizas.
Empezaron a acariciarme la tripa todas las historias que quería escribirte de madrugada,
y nunca faltó tinta sobre esa piel.

Quise ser un montón de mujeres en ese momento, lo recuerdo.
La más guapa para mantenerte boquiabierta y así diseñar un grito que cupiese ahí para las dos.
La más divertida, para alargarte la risa.
Y la más inteligente, para mantenerte atenta.
Quise ser una de esas periodistas deportivas que tanto saben de fútbol,
para ondear en tus aficiones y jugar con tus instintos.
Quise haber sabido cantar para no atreverme a hacerlo.
Quise haberte sacado a bailar, aunque nos hubiese faltado pista de baile y zapatos de ocasión.
También quise haberla visto antes, la ocasión. Y tu beso.
Quise haber sido mucho más valiente
y haberte mordido la lengua desde el primer momento
en el que hiciste que dejara de mordérmela yo.
Quise ser peluquera para enredarme desde tu pelo hasta tu espalda sin dejar que dejaras de verte guapa.
Quise ser lince para no descolgarme nunca de tu tripa y fijarme a cada tatuaje como se clava bandera en tierra descubierta: como señal de lucha más que de victoria.
Quise ser océano para no vaciarte la vida de los ojos.
Hasta contoneo imperceptible pero estimulante, lo quise ser.
Por ti también quise ser buceadora porque me contaste que te encanta el riesgo, y las profundidades, y fue justo ahí cuando el "clic" que necesitaba mi pasado hizo "crack" para atreverse en ti.

Me hiciste querer tantas cosas... que lo mejor es en lo que sigues haciéndome creer, en mí.
Que eres tú, y soy yo.
Y no es por ti, es por mí, que me siento más mía que nunca desde que soy nosotras.
Y en ninguna mudanza habrá suficientes cajas para empaquetar la vida que me has regalado.
Con la que me has inundado.

No necesito ser nada más porque me elegiste desde el principio,
así que ya sumo más de lo que cualquier astrónomo puede calcular en su cielo.

No necesito ser ninguna de esas mujeres porque me elegiste a mí, primero.
Con mis detalles y mis desastres. Con mis sábados y mis domingos. Con mis buenas noches y mis malos días. Con mis vestidos rojos y mis rotos negros. Con nuestro presente cierto y con mi pasado de mentira. Con mis manos abiertas y con mis manías erguidas. Con mis chistes malos y mis cambios de humor. Con mis sorpresas y mis rarezas. Con mi música y con mi ruido. Conmigo. Conmigo en ti.

Soy todo lo que quiero ser porque no necesito dejar de serlo para que me quieras.
Por eso eres la única mujer por la que renunciaría a todas ellas, libertad.

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